González, Fray Ceferino

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González, Fray Ceferino | Reseñas históricas | Arte, cultura y deporte | Filósofos | Villoria | Laviana | Comarca del Valle del Nalón | Centro de Asturias | Montaña de Asturias | Asturias | Principado de Asturias | España | Europa.

Descripción

Fray Ceferino González y Díaz Tuñón (fray Zeferino, como él solía escribir), uno de los principales filósofos españoles del siglo XIX, nació en la casa familiar de El Campal, barrio de Villoria (pueblo del concejo o municipio asturiano de Laviana) el 28 de enero de 1831. Hijo de modestos labradores, tras aprender las primeras letras con su padre, cursó Latín y Humanidades en Ciaño (Langreo), asistiendo diariamente a las clases desde su domicilio. Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, José Ramón, ingresó en el convento de Ocaña, de la Orden de Predicadores, en el año 1844. Allí realizó los estudios de Filosofía, iniciándose entonces en el tomismo. Hecha la profesión en el año 1848, fue destinado a las islas Filipinas, llegando a Manila en febrero de 1849, tras siete meses de dificultosa navegación. En Manila completó los estudios hasta 1854, año en que se ordenó sacerdote. Los años de Manila fueron de gran ajetreo intelectual, tanto en su formación propia como en la docencia. Formación que se completó, no tanto por la tutela de los maestros que tuvo —entre ellos, fray Joaquín Fonseca, natural de Aramil (Siero), importante poeta, teólogo y filósofo— cuanto por el estudio directo de las obras de Santo Tomás y de los filósofos modernos, sobre todo iluministas, racionalistas y tradicionalistas. Las ciencias naturales eran cultivadas entonces en Filipinas con intensidad y altura. El P. Ceferino pudo alcanzar así conocimientos de Física, Geología y Biología, empezando su actividad publicista con dos escritos: Los temblores de tierra (Manila, 1857) y La electricidad atmosférica y sus principales manifestaciones. En Manila comenzó también la labor docente. En 1851 se le confían algunas clases de Humanidades. Desde 1853 ejerció la labor de lector de Filosofía y en 1859 fue nombrado catedrático de Teología en la Universidad de Santo Tomás, a la vez que desempeñaba diversos cargos administrativos dentro de su orden. En 1862 aparece publicado su trabajo La economía política y el cristianismo y en 1864 su primer gran obra, Estudios sobre la Filosofía de Santo Tomás, que fue alabada por Menéndez Pelayo y que se vio respaldada por el papa León XIII. En estos años difíciles por el trabajo y por las dificultades del clima, se le va dañando la salud, comenzando a aparecer varias de las enfermedades respiratorias que iba a padecer hasta la muerte. Les pide a sus superiores ser enviado a las misiones de Tonkín (Vietnam del Norte), donde su compañero y amigo fray Melchor García Sampedro había sido martirizado en 1858, pero sus aquéllos, con el propósito de que mejorase, lo mandaron a España en diciembre de 1866, llegando a la Península en el mismo mes del año siguiente. Al poco tiempo de llegar a Madrid se da a conocer por su célebre enfrentamiento en el Ateneo con el político liberal Segismundo Moret. De este hecho arranca la formación de un círculo de estudio de Filosofía, del que formaban parte el marqués de Pidal, Alejandro Pidal y Mon, Carlos María Perier, Eduardo Hinojosa, Antonio Hernández y Fajarnés, Juan Manuel Ortí y Lara y algunos otros. En 1868 publicó la Philosophia elementaria (tres volúmenes), que contribuyó a la renovación de los estudios clericales. Cinco años más tarde publicó en dos volúmenes la Filosofía elemental, destinada a un número mayor de lectores. En 1868 fue destinado a regentar el colegio de Ocaña, cargo en el que reveló que su vocación intelectual y su dedicación a los estudios existían en él con el sentido realista y la capacidad práctica de un gran gestor. Entonces publica obras menores: La inmortalidad del alma según una teoría krauso-espiritista (1869), Sobre una biblioteca de teólogos españoles (1869), La filosofía de la historia (1870); La definición de la infalibilidad pontificia (1870) y El Positivismo materialista (1872), siendo muchas de ellas agrupadas por Alejando Pidal y Mon en Estudios religiosos, filosóficos, científicos y sociales. Al acabar el trienio como rector, pasó a Madrid otra vez en 1871, como procurador de la provincia dominicana de Filipinas, cargo que desempeñó hasta 1874. En este tiempo vivió en el convento de la Pasión. En su celda volvía a reunirse tres veces por semana con el grupo de antiguos alumnos para discutir problemas de Teoría del Conocimiento, de Ontología y de Psicología. El influjo del P. Ceferino sobre ellos nos explicaría los estudios posteriores desarrollados por el neoescolasticismo español. Su prestigio como intelectual y hombre de gobierno atrajo sobre él cargos cada vez más pesados y de mayor dedicación dentro de la jerarquía de la Iglesia: fue propuesto como obispo para la diócesis de Tuy y de Málaga, siendo capaz de evitar el nombramiento tras grandes esfuerzos. En 1875, después de la presentación de Alfonso XII y por mandato de Pío IX, tuvo que aceptar la mitra de Córdoba. Aun así, fray Ceferino supo armonizarlo todo plenamente. Entre sus realizaciones como obispo está la convocatoria del Sínodo y la construcción del Seminario de San José. Destacable es su preocupación por la situación de las clases trabajadoras, para las que fundó los Círculos Católicos, que, en aquella época de prácticamente nulo auge de las asociaciones populares, fomentaban el esparcimiento, la promoción cultural y la asistencia mutua entre los cuatro mil obreros que llegaron a pertenecer a ellas. Sus tareas como obispo no impidieron que continuase con su labor intelectual, siendo la obra más importante de estos años la Historia de la Filosofía (3 vol., Madrid, 1878-9). En 1877 fundó la revista intelectual La Ciencia Cristiana. En 1883 fue promovido al arzobispado de Sevilla, rechazando el cargo de senador que le correspondía por derecho propio a causa de la modestia y de la predisposición para dedicarse con libertad a las actividades religiosas e intelectuales. Al año siguiente fue nombrado cardenal por León XIII con el título de Santa María supra Minervam. En 1885, presentado otra vez por Alfonso XII, fue promovido para regir la iglesia primada de Toledo, siendo el primer arzobispo de Toledo que alcanzó la dignidad de Patriarca de las Indias, recibiendo también los cargos de capellán mayor de su majestad y vicario general castrense. Debido a su precaria salud rehusó ir a Toledo, regresando en 1886 a Sevilla, donde siguió dedicado a los estudios y dedicaciones diocesanas —entre ellas la restauración de la catedral, que se había derrumbado en gran parte—, hasta que el estado lamentable de su salud hizo que renunciase al arzobispado de Sevilla y de la misma manera quiso renunciar al cardenalato, renuncia rechazada por el papa León XIII. Liberado por fin de las tareas de gobierno, pudo dedicarse a partir de entonces a la escritura y a lo intelectual, escribiendo, por ejemplo: La antigüedad del hombre y la prehistoria, El lenguaje y la unidad de la especie humana y La Biblia y la Ciencia. Anteriormente había sido nombrado académico correspondiente de la Historia, académico de las Ciencias Morales y Políticas, de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, de la Academia Romana de Santo Tomás; en 1893 fue elegido para la Real Academia Española de la Lengua. Preparó su discurso de ingreso sobro Las relaciones entre el habla castellana y la mística española, pero no fue capaz de pronunciarlo por el agravamiento de la enfermedad, que acabó degenerando en un cáncer de lengua que le provocaba muchos dolores. Ya muy grave, fue trasladado de su casa en el barrio de Salamanca al convento de la Pasión, donde falleció, asistido por el obispo de Oviedo, Martínez Vigil, el día 28 de noviembre de 1894. Su muerte tuvo gran repercusión nacional.

Concejo de Laviana

Debe su nombre a una antigua vía romana y su ‘chalaneru' es conocido en el mundo entero. Palacio Valdés la puso en el universo de la literatura universal. El río Nalón, sus bosques y valles, sus rutas, su patrimonio, sus aldeas, sus gentes amigables y su capital son un combinado único. Así es Laviana.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Laviana son: Aller, Bimenes, Mieres, Nava, San Martín del Rey Aurelio y Sobrescobio. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Laviana, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca del Valle del Nalón

Carbonífero y minería, castilletes y museos que rememoran un pasado de industria, movimiento obrero, revolución tecnológica y kilómetro Europeo de la Cultura. En la zona alta, el Nalón —el río más largo de Asturias—, y el Parque Natural de Redes, Reserva de la Biosfera, son el contrapunto más natural.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Caso, Langreo, Laviana, San Martín del Rey Aurelio y Sobrescobio. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«Eventos gastronómicos. Jornadas del Bonito: En la localidad costera de Candás se celebra anualmente las Jornadas del Bonito, un pescado muy apreciado en la gastronomía asturiana. Durante estas jornadas, los restaurantes de la zona ofrecen menús especiales centrados en el bonito, destacando platos como el bonito en escabeche, bonito a la parrilla o empanadas de bonito. Es una excelente oportunidad para disfrutar de los sabores del mar Cantábrico.»

Resumen

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Arte, cultura y deporte

Tipo: Filósofos

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Laviana

Parroquia: Villoria

Entidad: Villoria

Zona: Centro de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Comarca: Comarca del Valle del Nalón

Dirección: Villoria

Código postal: 33986

Web del municipio: Laviana

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Laviana

Dirección

Dirección postal: 33986 › Villoria • Villoria › Laviana › Asturias.
Dirección digital: Pulsa aquí



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